¡En el 2020, el cielo nos zarandeó! En el 2021, ¿aún nos presiona? Sin duda, pero preguntémonos sobre la razón y el propósito de tal terremoto colectivo.

¡La oportunidad a través de una crisis global de reajustar nuestro enfoque para ser más conscientes de nuestras prioridades! Si los acontecimientos actuales nos inundan de malas noticias e informaciones deprimentes, no ignoremos cierto movimiento fundamental que tiende a reclamar con mayor intensidad y urgencia la creatividad, la participación de todos y la solidaridad de todos.

Ciertamente, tenemos la impresión de que avanzamos con una venda sobre los ojos (tanto como una máscara sobre la cara) y sin saber lo que nos depara el futuro. Ciertamente, las perspectivas para el año que viene nos preocupan. Se nos promete una vacuna, ayuda, etc... Pero si al final aprovechamos el caos circundante para reavivar el deseo renovado de ir a la luna, podremos volver a la luna. Los humanos se alimentan de sueños, pero al final, ¡no han realizado muchos, muchos sueños!

El progreso vendrá no sólo a través de los avances en la ciencia, sino también a través de nuestros esfuerzos por recuperar el control de nuestra propia creatividad y destino, y así darnos todas las oportunidades para precipitar el cambio en nuestro beneficio. ¿Cuál oportunidad?

¡Aquel que abre nuestros ojos en vez de amordazar nuestras neuronas y bocas! ¡De acuerdo! Pero nadie, sin embargo, ¡es responsable en última instancia de nuestro abandono de nosotros mismos!

En 2021, un viejo sistema se desintegra, si se establece una tensión (permanece) entre el miedo a salir de una zona de confort que acaba siendo mortal (el deseo de preservar lo que sabemos y sin embargo nos seca, nos aísla, nos constriñe) y ¿el deseo que empieza a apuntar y a excitarnos para liberarnos de los grilletes y las creencias que nos aprisionan?

¡Es el momento de elegir!

No se trata de destruirlo todo, sino de reinventar un mundo mejor un poco más alto. En efecto, sólo redescubriendo el gusto de amar, compartir, crear y llevar valores que nos eleven espiritualmente, se logrará transformar el cielo gris en un cielo azul.

Necesitaremos coraje, audacia y una nueva fe en nosotros mismos y en nuestra propia capacidad para hacer retroceder los límites de lo posible. Sin duda somos capaces de hacerlo, así que... ¡vamos!

En lugar de alimentar todo tipo de alarmismo, conspiración o teorías pasadas, atrevámonos a salir del viejo envoltorio que nos mantiene demasiado a menudo bajo un celemín y no nos permite expresar todo nuestro potencial. Ha llegado el momento en 2021 de aprovechar el declive previsto para intentar algo más, para intentar individual y colectivamente reencantar el mundo. No todo se hará realidad con un chasquido de los dedos, pero si trabajamos con coraje, paciencia y resistencia para despertar nuestra verdadera dimensión como seres humanos y creadores, no hay razón para creer que nos dirigimos a lo peor, sino por el contrario la certeza de que finalmente encontraremos nuestra dimensión como sembradores de estrellas. ¡Se espera una cosecha prometedora en la estela y por qué no tan pronto como en 2022!